Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1611
Legislatura: 1894-1895 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 15 de marzo de 1895
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 85, 2292-2293
Tema: Continuación del debate sobre el paradero de la Reina Regente

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Siento no poder ofrecer al Sr. Díaz Moreu noticias favorables respecto de la suerte del crucero Reina Regente, y siento sobre todo no poder confirmar la noticia, que por ahí ha cundido, de hallarse el crucero en Canarias.

Es verdad que hay un telegrama que procede de Vigo, en el cual un Sr. Sequeiros dice a un Sr. Sobrino, de Cádiz, que resulta confirmada la noticia de la llegada del crucero a Canarias, y envía con este motivo su enhorabuena; y el jefe de la central de Cádiz, al dar cuenta de este telegrama, añade que a su juicio va a producir en la población de Cádiz esta noticia optimista un efecto pésimo si después no se confirma.

Por todas las noticias que se han podido adquirir, y se ha hecho todo lo humanamente posible para adquirirlas por todas partes, no puedo dar crédito todavía a esa noticia, porque acabo de recibir un telegrama en el cual podía darse esa noticia, y seguramente se daría si en efecto fuese cierta, y, sin embargo, nada se dice en él del Reina Regente. Es un telegrama que me ha remitido el Sr. Marqués de Comillas, cuya solicitud en esta ocasión merece los mayores aplausos, con una carta que le acompaña; documentos que voy a tener el gusto de leer a los Sres. Diputados, porque dan una noticia que sin duda han de escuchar con mucho gusto la Cámara y el país entero. Me dice el Sr. Marqués de Comillas: "Mi distinguido amigo: De los vapores trasatlánticos que salieron conduciendo tropas para Cuba del 8 al 10 del corriente, el que nos inspiraba mayor intranquilidad era el Antonio López, calculando que su paso por el Estrecho había coincidido con la hora en que se desencadenó el furioso temporal del día 10. A Dios gracias, pudo arrostrarle con fortuna, sufriendo sólo averías de escasa importancia, según el adjunto telegrama del capitán de dicho barco, que acabo de recibir, y que me apresuro a comunicarle; pues, como por él verá usted, en la tropa no ha ocurrido novedad, y sólo algún pequeño accidente en la tripulación. Respecto al Alfonso XIII, sabemos que pasó por Cádiz sin novedad al amanecer del día 10, por lo que calculamos que el temporal hubo de alcanzarle ya en alta mar."

Y así ha sucedido, en efecto.

Y el telegrama es el siguiente: "Tenerife 13, las 8 y 15 minutos de la mañana"... Ya es de Canarias. Se acaba de recibir en este momento, y es tanta la vuelta que ha tenido que dar por cables submarinos y terrestres, y son tantas las estaciones y tantos los cambios que hay necesidad de hacer para comunicar desde Canarias, que no puede causar extrañeza alguna que, habiéndose expedido el despacho el día 13, no se haya recibido hasta este momento; pero esta es la ultima noticia que se sabe y se ha recibido de Canarias.

Dice así el telegrama: "Muertas 16 reses a causa del temporal del 80. sufrido al desembocar el Estrecho... (De manera que al Antonio López le cogió precisamente la tormenta en el Estrecho), ocasionando la perdida del botalón y averías en cubierta, entre ellas las casas de ganado . Arribé aquí por ser de absoluta necesidad el reponer las reses perdidas. Continuaré viaje seguidamente. En tropas no ocurre novedad. En tripulación de cubierta, muchos enfermos y lastimados sin consecuencias. Moreno, capitán del A. López."

Estas son, repito, las ultimas noticias que se tienen de Canarias, y es evidente que, si el Reina Regente hubiera llegado allí, alguna mención de ello se haría en este telegrama. Ya el Gobierno tenía antecedentes de esto, porque anoche recibió noticias de Canarias en las que se decía que había llegado allí un buque de la Trasatlántica, pero que no se tenía conocimiento del paradero del Reina Regente.

De manera que yo siento no poder confirmar la noticia que desde Vigo se ha comunicado a Cádiz; pero el deber del Gobierno es decir la verdad y referir únicamente aquello que tenga verdadero fundamento.

Aquí tengo también otros varios telegramas que vienen a confirmar lo que acabo de exponer al Congreso, y que no leo a los Sres. Diputados por no perder el tiempo; pero, en fin, que vienen a confirmar, repito, lo que acabo de manifestar.

¿Quiere esto decir que no haya esperanza de que el buque se haya podido salvar o de que esté ya a salvo? No, porque hay un indicio de grandísima im-[2292] portancia. Consiste éste en que en las costas de Santa María, de Tarifa, de Algeciras y de otros puntos van ya recogidos más de 40 cadáveres de tripulantes de buques de pescadores y de marinos de otras embarcaciones que han perecido en la horrible borrasca que ha tenido lugar en aquellos mares. Pues bien; ninguno de esos cadáveres pertenece a la tripulación del Reina Regente; no se ha identificado ninguno que pueda pertenecer a la tripulación del Reina Regente. Todos ellos son de pescadores, y algunos otros que no han podido identificarse resulta, por el traje y por otros detalles, que no pertenecen en manera alguna a la tripulación del Reina Regente, no habiéndose vuelto a encontrar en las costas, que están llenas, absolutamente llenas de restos de buques perdidos, nada que indique que sean restos del Reina Regente.

Tengo además en mi poder un telegrama en el que se dice que la bandera que se ha encontrado en Tarifa no está acreditado que pertenezca al Reina Regente, a pesar de que la pérdida de una bandera o de un banderín de un buque no justificaría la pérdida de ese buque, porque un golpe de mar se puede llevar perfectamente una bandera o un banderín, y aún algunas de las lanchas que se hallan suspendidas en los buques.

De manera que hay este indicio (y ese es un gran indicio de esperanza que ojalá quiera Dios se confirme) de que el buque puede hallarse en alta mar, adonde parece natural que tomara rumbo para capear el temporal, de que puede estar por alguna circunstancia especial, por averías en la máquina o por cualquier otra causa, como una boya en el mar o estar atracado en algún puerto con el cual no tengamos comunicación ninguna, puesto que no es este el primer caso, ni mucho menos, de que buques cuyo paradero se ha ignorado durante mucho tiempo, al cabo de nueve, diez o doce días han aparecido.

Claro está que cada hora que pasa, mucho más cada día que pasa, parece que la esperanza disminuye; pero también hay que tener en cuenta que así como han aparecido restos de pequeñas embarcaciones que han sufrido catástrofe, no ha aparecido ninguno que indique que la ha sufrido el Reina Regente. De manera que debemos todavía abrigar la esperanza de que haya podido salvarse el buque de que se trata, y cuya pérdida claro es que sería desagradable para la Nación; pero, en fin, se repone el buque si podemos reponerlo, y si no, no se repone; mas la vida de esa tripulación, cuyos individuos son españoles, y, por consiguiente, de nuestra propia familia, interesa tanto a la Nación española, que está bien justificada la ansiedad que todos sentimos. Es posible que todavía tengamos una alegría, como no la ha experimentado nunca el pueblo español, con la aparición del buque.



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